Catrina, mi querida tan desquerida calavera.
Es fácil no entenderte,
aunque seas lo único que tengo por certero de esta vida.
Tal vez sea por tu certidumbre incierta.
Estoy segura de que vendrás,
pero al mismo tiempo,
no tengo idea de cuándo.
En mi tierra te imaginamos sonriendo,
bailando vestida,
rebosando de alegría.
Tal vez así intentando capturar,
con estas vivas calaveras,
lo contraintuitivo de tu presencia.
Sin sed, cómo saborearíamos el agua al beber.
Sin dolor, cómo podríamos sentir.
Sin ti, cómo podríamos vivir.