Y el muchacho se sumergio en el Alma del Mundo y vio que el Alma del Mundo era parte del Alma de Dios, y vio que el Alma de Dios era su propia alma. Y que podía, entonces, realizar milagros. Y que el universo y el ser humano imaginamos conjuntamente creando y amando nuestra realidad. — El Alquimista, Paulo Coelho